- La calle de Bravo Murillo vertebra el distrito, de 150.000 habitantes y orígenes humildes
- La rica parte este contrasta con el trazado a veces abandonado de sus zonas más antiguas
- FOTOGALERÍA De Cuatro Caminos a plaza de Castilla
 
Un mural, parte del proyecto Paisaje Tetuán, en 
Marqués de Viana. / samuel sánchez
Los rascacielos del complejo financiero de Azca y las modestas casas de una 
altura y apariencia rural que se asoman en las aceras de Marqués de Viana tienen 
algo en común: pertenecen al mismo distrito, Tetuán.
Vecino de la Castellana, es una zona compleja que cuenta con una importante 
presencia extranjera y alberga realidades dispares: las chabolas del paseo de la Dirección, los imponentes edificios de Capitán 
Haya, las señoras sentadas a la puerta de sus casas en el barrio de 
Valdeacederas, como si fuera un pueblo. Entre medias serpentea la calle de Bravo 
Murillo, hilo que une las costuras del distrito, con diferencias a veces 
insalvables. Muchos de sus 150.000 vecinos pronuncian a menudo la misma frase: 
"Hay dos Tetuanes: a la izquierda de Bravo Murillo está la parte pobre y a la 
derecha, la rica".
Tetuán se extiende a lo largo de 540 hectáreas al noroeste de Madrid, divididas en seis barrios: Bellas Vistas, Berruguete, 
Valdeacederas, Almenara, Castillejos y Cuatro Caminos. Desde hace unos meses, en 
las paredes medianeras de esa parte "mala" lucen murales de artistas urbanos de la zona. Y tras el 
colegio Juan Ramón Jiménez, los tomates crecen en un huerto 
urbano, que antes era uno más de los numerosos solares vacíos y abandonados 
del distrito que se usan como aparcamiento o para almacenar escombros.
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Casas de una altura en Tetuán y, al fondo, las 
cuatro torres. / s. sánchez | 
Ambas iniciativas son parte de Paisaje Tetuán, un proyecto del Ayuntamiento de Madrid e 
Intermediae, el laboratorio de ideas de Matadero. El mes pasado arrancó la 
segunda fase del plan, que buscaba embellecer los barrios con intervenciones 
artísticas y ahora pretende que los vecinos las hagan suyas. "Queríamos generar 
espacios que pudieran tener una vinculación con la comunidad, que pudieran ser 
apropiados por los vecinos y que tuvieran una continuidad. Sobre todo en un 
distrito como este, en el que las plazas y los lugares de reunión son mínimos", 
explica Claudia González, de la 
asociación cultural Moenia, encargada de coordinar el proyecto.
Ella lleva viviendo siete años en Tetuán, donde cristalizan tres perfiles: 
los vecinos de toda la vida de este distrito de orígenes obreros; los 
inmigrantes, que son 26.000 y representan el 17% de sus habitantes (el tercer 
distrito de Madrid en población extranjera); y una oleada de gente joven que en 
los últimos años está llegando a Tetuán, atraída porque es una zona cercana al 
centro (a apenas 15 minutos en metro), pero con precios más baratos. Antonio 
Ortiz, historiador y vicepresidente de la Asociación de Vecinos de Cuatro Caminos-Tetuán, niega que esté 
sufriendo un proceso de gentrificación similar al que han vivido, por 
ejemplo, Chueca o Triball. “Sí hay una tensión”, admite, “Tetuán se ha 
revalorizado por su posición, pero es una zona con un problema de infravivienda 
y hacinamiento, sobre todo entre los inmigrantes”.
Tensión y contrastes. Antonio Ortiz también repite esa frase de que Bravo 
Murillo traza la línea divisoria entre la parte buena y la mala de Tetuán. En 
los casi tres kilómetros que separan sus dos extremos —la glorieta de Cuatro 
Caminos y la plaza de Castilla—, la avenida es un constante ir y venir. De 
coches, de vecinos. Entran y salen de los numerosos comercios que abarrotan la 
calle. Algunos, cerrados por la crisis. Ortiz recorrió en verano la calle y, de 
sus 457 locales, contó 61 clausurados, el 13%. "Hay un problema serio de paro 
que, además, en Tetuán está muy fraccionado". La media del distrito es del 
13,76%, pero mientras los barrios del margen izquierdo rozan el 15% (y en 
Almenara llega al 19%), en Castillejos y Cuatro Caminos es del 10%.
La frontera geográfica entre los dos Tetuanes no es, sin embargo, apreciable 
a simple vista. El distrito va mudando de apariencia de forma gradual en sus 
cuatro puntos cardinales. A la derecha de Bravo Murillo, hasta llegar al límite 
con la Castellana, los bloques de edificios se van refinando, creciendo en 
altura y dejando paso a las oficinas y restaurantes de renombre como Txistu; son 
los barrios de Castillejos y Cuatro Caminos. A la izquierda, se extiende lo que 
Miguel Díaz, arquitecto y vecino, llama “la ciudad no 
planificada”. Callejuelas estrechas en un trazado sin aparente sentido, aceras 
inexistentes, cuestas pronunciadas. "Es la zona histórica u orgánica, que ha ido 
creciendo de forma espontánea". Al norte, la avenida de Asturias, creada en los 
noventa para sustituir una barriada con viviendas de protección oficial, tiene 
la apariencia impersonal de los PAU. "Y El Corte Inglés, abajo", insisten los 
vecinos. "El de Nuevos Ministerios también es parte del distrito, que la gente 
no lo sabe".
El signo distintivo de Tetuán son, para Miguel Díaz, las casitas de una o dos 
alturas que sobreviven a los desalojos y demoliciones para después construir 
bloques de viviendas. "Algunas tienen más de 100 años y merecen protección". Son 
vestigio de los orígenes humildes del distrito, que nació a finales del siglo 
XIX a partir de dos asentamientos: uno en Cuatro Caminos y otro a la altura del 
metro de Estrecho, llamado Tetuán de las Victorias —que entonces era parte del 
municipio de Chamartín de la Rosa—, donde se instalaron soldados victoriosos de 
la Guerra de África, a la espera de hacer su entrada en Madrid. "Los obreros 
llegaban del campo y construían entre una o dos familias su vivienda, que luego 
dividían para vender la mitad y pagar así la construcción. Por eso, las casas 
pequeñas, de 15 o 20 metros cuadrados, han sido muy típicas aquí", explica 
Antonio Ortiz.
Escaparates en Tetuán. / samuel 
sánchez
Tras la Guerra Civil, con la creación de la Castellana, surgió la división en 
Tetuán. Algunos vecinos recuerdan todavía que todo aquel terreno en la zona 
este, objeto a partir de entonces de un gran desarrollo urbanístico, eran 
huertas. Antiguo barrio de oficios, en la parte vieja también abundan las 
viviendas-taller, que en los últimos años se están reconvirtiendo en estudios de 
fotografía, arquitectura… Es el caso del espacio de coworking Studio Banana, que abrió en 2008 
en un bajo en la calle del Plátano, en una antigua imprenta. "Queríamos ser un 
faro, un punto de referencia cultural", explica Susana Blázquez. "Cuando 
empezamos, no había apenas oferta gratuita, pero se está creando un triángulo 
muy interesante. Nosotros siempre hemos tenido las puertas abiertas para los 
vecinos, que nos llaman ‘los chicos de abajo".
Siguiendo el trazado de Bravo Murillo hacia el sur, comienza a sonar música 
de bachata y los comercios se ponen el apellido de "latino" o "caribeño". Es el 
barrio de Bellas Vistas, al que llaman el pequeño Caribe por su elevada población 
latinoamericana (el 22%), especialmente de la República Dominicana. En la plaza 
del Poeta Leopoldo de Luis, junto a los versos del literato escritos en los 
casetones de un aparcamiento subterráneo —otra de las intervenciones de Paisaje Tetuán—, una pintada 
reza: "Los fascistas a patadas, ¡fuera de nuestros barrios!". Apareció en 
verano, cuando jóvenes neonazis okuparon un local de oficinas abandonado en 
la calle de Juan de Olías con el propósito de crear una casa de acogida solo 
para españoles.
"Fue un hecho aislado, lo vivimos con preocupación, pero no es la realidad de 
Tetuán, no hay confrontación permanente", asegura Iván Santos, colombiano que 
lleva siete años viviendo en Tetuán. Es uno de los responsables de la asociación Aculco, para 
inmigrantes latinoamericanos, y admite que en el último año sí ha notado ciertos 
"problemas intergeneracionales" entre personas mayores y jóvenes 
latinoamericanos.
La población extranjera de Tetuán descendió en 2013 un 9,7%. Antonio Ortiz apunta un motivo: "Hay un interés por echar a los inmigrantes para que algunas zonas vayan quedándose libres y poder especular. Pensamos que la casa okupa podría responder a esa tensión". Para Iván Santos, la multiculturalidad de Tetuán es comparable a la de Lavapiés: "Y el distrito nació también por la llegada de inmigrantes, aunque españoles". La bachata y los comercios latinos continúan en los últimos compases de Bravo Murillo, hasta que la vía desemboca en Cuatro Caminos y el entramado de callejuelas del Tetuán más histórico se transforma en la cuadrícula perfecta del vecino distrito de Chamberí.
La población extranjera de Tetuán descendió en 2013 un 9,7%. Antonio Ortiz apunta un motivo: "Hay un interés por echar a los inmigrantes para que algunas zonas vayan quedándose libres y poder especular. Pensamos que la casa okupa podría responder a esa tensión". Para Iván Santos, la multiculturalidad de Tetuán es comparable a la de Lavapiés: "Y el distrito nació también por la llegada de inmigrantes, aunque españoles". La bachata y los comercios latinos continúan en los últimos compases de Bravo Murillo, hasta que la vía desemboca en Cuatro Caminos y el entramado de callejuelas del Tetuán más histórico se transforma en la cuadrícula perfecta del vecino distrito de Chamberí.
 


 
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