viernes, 5 de diciembre de 2014

Las dos aceras de Tetuán

Madrid 4 DIC 2014

  Un mural, parte del proyecto Paisaje Tetuán, en Marqués de Viana. / samuel sánchez


Los rascacielos del complejo financiero de Azca y las modestas casas de una altura y apariencia rural que se asoman en las aceras de Marqués de Viana tienen algo en común: pertenecen al mismo distrito, Tetuán.
Vecino de la Castellana, es una zona compleja que cuenta con una importante presencia extranjera y alberga realidades dispares: las chabolas del paseo de la Dirección, los imponentes edificios de Capitán Haya, las señoras sentadas a la puerta de sus casas en el barrio de Valdeacederas, como si fuera un pueblo. Entre medias serpentea la calle de Bravo Murillo, hilo que une las costuras del distrito, con diferencias a veces insalvables. Muchos de sus 150.000 vecinos pronuncian a menudo la misma frase: "Hay dos Tetuanes: a la izquierda de Bravo Murillo está la parte pobre y a la derecha, la rica".
Tetuán se extiende a lo largo de 540 hectáreas al noroeste de Madrid, divididas en seis barrios: Bellas Vistas, Berruguete, Valdeacederas, Almenara, Castillejos y Cuatro Caminos. Desde hace unos meses, en las paredes medianeras de esa parte "mala" lucen murales de artistas urbanos de la zona. Y tras el colegio Juan Ramón Jiménez, los tomates crecen en un huerto urbano, que antes era uno más de los numerosos solares vacíos y abandonados del distrito que se usan como aparcamiento o para almacenar escombros.
Casas de una altura en Tetuán y, al fondo, las cuatro torres. / s. sánchez
Ambas iniciativas son parte de Paisaje Tetuán, un proyecto del Ayuntamiento de Madrid e Intermediae, el laboratorio de ideas de Matadero. El mes pasado arrancó la segunda fase del plan, que buscaba embellecer los barrios con intervenciones artísticas y ahora pretende que los vecinos las hagan suyas. "Queríamos generar espacios que pudieran tener una vinculación con la comunidad, que pudieran ser apropiados por los vecinos y que tuvieran una continuidad. Sobre todo en un distrito como este, en el que las plazas y los lugares de reunión son mínimos", explica Claudia González, de la asociación cultural Moenia, encargada de coordinar el proyecto.
Ella lleva viviendo siete años en Tetuán, donde cristalizan tres perfiles: los vecinos de toda la vida de este distrito de orígenes obreros; los inmigrantes, que son 26.000 y representan el 17% de sus habitantes (el tercer distrito de Madrid en población extranjera); y una oleada de gente joven que en los últimos años está llegando a Tetuán, atraída porque es una zona cercana al centro (a apenas 15 minutos en metro), pero con precios más baratos. Antonio Ortiz, historiador y vicepresidente de la Asociación de Vecinos de Cuatro Caminos-Tetuán, niega que esté sufriendo un proceso de gentrificación similar al que han vivido, por ejemplo, Chueca o Triball. “Sí hay una tensión”, admite, “Tetuán se ha revalorizado por su posición, pero es una zona con un problema de infravivienda y hacinamiento, sobre todo entre los inmigrantes”.
Tensión y contrastes. Antonio Ortiz también repite esa frase de que Bravo Murillo traza la línea divisoria entre la parte buena y la mala de Tetuán. En los casi tres kilómetros que separan sus dos extremos —la glorieta de Cuatro Caminos y la plaza de Castilla—, la avenida es un constante ir y venir. De coches, de vecinos. Entran y salen de los numerosos comercios que abarrotan la calle. Algunos, cerrados por la crisis. Ortiz recorrió en verano la calle y, de sus 457 locales, contó 61 clausurados, el 13%. "Hay un problema serio de paro que, además, en Tetuán está muy fraccionado". La media del distrito es del 13,76%, pero mientras los barrios del margen izquierdo rozan el 15% (y en Almenara llega al 19%), en Castillejos y Cuatro Caminos es del 10%.
La frontera geográfica entre los dos Tetuanes no es, sin embargo, apreciable a simple vista. El distrito va mudando de apariencia de forma gradual en sus cuatro puntos cardinales. A la derecha de Bravo Murillo, hasta llegar al límite con la Castellana, los bloques de edificios se van refinando, creciendo en altura y dejando paso a las oficinas y restaurantes de renombre como Txistu; son los barrios de Castillejos y Cuatro Caminos. A la izquierda, se extiende lo que Miguel Díaz, arquitecto y vecino, llama “la ciudad no planificada”. Callejuelas estrechas en un trazado sin aparente sentido, aceras inexistentes, cuestas pronunciadas. "Es la zona histórica u orgánica, que ha ido creciendo de forma espontánea". Al norte, la avenida de Asturias, creada en los noventa para sustituir una barriada con viviendas de protección oficial, tiene la apariencia impersonal de los PAU. "Y El Corte Inglés, abajo", insisten los vecinos. "El de Nuevos Ministerios también es parte del distrito, que la gente no lo sabe".
El signo distintivo de Tetuán son, para Miguel Díaz, las casitas de una o dos alturas que sobreviven a los desalojos y demoliciones para después construir bloques de viviendas. "Algunas tienen más de 100 años y merecen protección". Son vestigio de los orígenes humildes del distrito, que nació a finales del siglo XIX a partir de dos asentamientos: uno en Cuatro Caminos y otro a la altura del metro de Estrecho, llamado Tetuán de las Victorias —que entonces era parte del municipio de Chamartín de la Rosa—, donde se instalaron soldados victoriosos de la Guerra de África, a la espera de hacer su entrada en Madrid. "Los obreros llegaban del campo y construían entre una o dos familias su vivienda, que luego dividían para vender la mitad y pagar así la construcción. Por eso, las casas pequeñas, de 15 o 20 metros cuadrados, han sido muy típicas aquí", explica Antonio Ortiz.

Escaparates en Tetuán. / samuel sánchez

Tras la Guerra Civil, con la creación de la Castellana, surgió la división en Tetuán. Algunos vecinos recuerdan todavía que todo aquel terreno en la zona este, objeto a partir de entonces de un gran desarrollo urbanístico, eran huertas. Antiguo barrio de oficios, en la parte vieja también abundan las viviendas-taller, que en los últimos años se están reconvirtiendo en estudios de fotografía, arquitectura… Es el caso del espacio de coworking Studio Banana, que abrió en 2008 en un bajo en la calle del Plátano, en una antigua imprenta. "Queríamos ser un faro, un punto de referencia cultural", explica Susana Blázquez. "Cuando empezamos, no había apenas oferta gratuita, pero se está creando un triángulo muy interesante. Nosotros siempre hemos tenido las puertas abiertas para los vecinos, que nos llaman ‘los chicos de abajo".
Siguiendo el trazado de Bravo Murillo hacia el sur, comienza a sonar música de bachata y los comercios se ponen el apellido de "latino" o "caribeño". Es el barrio de Bellas Vistas, al que llaman el pequeño Caribe por su elevada población latinoamericana (el 22%), especialmente de la República Dominicana. En la plaza del Poeta Leopoldo de Luis, junto a los versos del literato escritos en los casetones de un aparcamiento subterráneo —otra de las intervenciones de Paisaje Tetuán—, una pintada reza: "Los fascistas a patadas, ¡fuera de nuestros barrios!". Apareció en verano, cuando jóvenes neonazis okuparon un local de oficinas abandonado en la calle de Juan de Olías con el propósito de crear una casa de acogida solo para españoles.
"Fue un hecho aislado, lo vivimos con preocupación, pero no es la realidad de Tetuán, no hay confrontación permanente", asegura Iván Santos, colombiano que lleva siete años viviendo en Tetuán. Es uno de los responsables de la asociación Aculco, para inmigrantes latinoamericanos, y admite que en el último año sí ha notado ciertos "problemas intergeneracionales" entre personas mayores y jóvenes latinoamericanos.
La población extranjera de Tetuán descendió en 2013 un 9,7%. Antonio Ortiz apunta un motivo: "Hay un interés por echar a los inmigrantes para que algunas zonas vayan quedándose libres y poder especular. Pensamos que la casa okupa podría responder a esa tensión". Para Iván Santos, la multiculturalidad de Tetuán es comparable a la de Lavapiés: "Y el distrito nació también por la llegada de inmigrantes, aunque españoles". La bachata y los comercios latinos continúan en los últimos compases de Bravo Murillo, hasta que la vía desemboca en Cuatro Caminos y el entramado de callejuelas del Tetuán más histórico se transforma en la cuadrícula perfecta del vecino distrito de Chamberí.

FUENTE: EL PAÍS

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