Francisco López Groh
El día 9 de Mayo, la Asociación Vecinal Cuatro Caminos
Tetuán organizó una presentación del Plan
MAD-RE de ayudas municipales a la Rehabilitación de Viviendas con
especial impacto en el distrito las Áreas
Preferentes de Impulso a la Regeneración Urbana (APIRU, en el caso de
Tetuán las áreas de Bellas Vistas, Berruguete, Valdeacederas y Ventilla) en las
que la subvención a distintas partidas es notablemente superior al conjunto de
la ciudad. (http://avccaminostetuan.blogspot.com.es/2016/05/plan-madrid-recupera-ayudas-municipales.html)
La presentación consistió en una síntesis del Plan por parte de
Antonio Ortiz y contó con la participación del arquitecto Daniel Morcillo que
comentó algunos aspectos del plan, contestó a preguntas de los asistentes y
realizó también algunas recomendaciones prácticas a los vecinos. Algunas de las
reflexiones que siguen son fruto de este debate.
En primer lugar cabe destacar que la iniciativa municipal tiene la
virtud de enfocar la intervención en las aéreas más frágiles desde el punto de
vista socioeconómico y de vivienda, seleccionadas a partir de una serie de
umbrales de envejecimiento, población sin estudios, paro, y edad y valor
catastral de las viviendas.
Sin embargo, me gustaría hacer algunas observaciones respecto al
programa:
a) En primer lugar dado que la población es frágil
desde el punto de vista socioeconómico (edad, formación, renta) lo es también
en su capacidad de gestión de procesos que requieren una cierta iniciativa y capacidad
de gestión por parte de las comunidades de vecinos. Una población envejecida, con
elevadas tasas de emigración, paro y bajos estudios (por sintetizar) requiere
un sobresfuerzo de gestión por parte de
la administración local para canalizar las demandas y llevarlas a buen término.
En otro caso serán las comunidades de mejor nivel de formación y renta las que
se beneficien de las ayudas.
b) Por otra parte, hay un problema con el blanco al que
se dirige a rehabilitación. Parecen objetivos loables la eficiencia energética
y la mejora de la accesibilidad, pero ¿qué
ocurre con las viviendas infraestándar? Un proyecto de rehabilitación integrada
debiera tener en consideración –y actuar- sobre las viviendas inadecuadas por
sus condiciones físicas: viviendas de muy reducida dimensión en corrales de
parcela, o en crujías de fondo con escasa iluminación y ventilación naturales,
en semisótanos, etc. En otro caso se corre el riesgo de aislar eficientemente auténticas
covachas. Es un buen método de aproximación la utilización de indicadores para
acotar zonas en las que se concentran problemas de fragilidad, pero una vez hecho
esto se requeriría profundizar en el
análisis de las condiciones reales de vivienda de las áreas delimitadas. Y plantearse
que cuando las citadas condiciones de infravivienda horizontal y vertical se
producen, sólo la intervención directa del
agente público puede solucionar los problemas de gestión planteados.
c) Tampoco parece razonable que la partida más compleja
y con mayor esfuerzo económico para algunas comunidades, como las obras de
saneamiento, cimentación y estructura, tengan una menor subvención,
especialmente en el límite máximo de la misma.
d) Hay además un problema con el tejido empresarial
rehabilitador en el distrito. Con razonables argumentos, Daniel Morcillo advirtió
contra ciertas prácticas (por ejemplo los “paquetes unitarios” en que las
empresas ofrecen “gratis” ciertos servicios –ha sido muchas veces el caso de
las ITE, degradadas en su objetivo) y describió de alguna manera la “empresa ideal”
de la rehabilitación: una empresa media, preparada técnicamente y con prácticas
de contratación laboral dentro de la ley. Sin embargo en estos barrios existe ahora
mismo un sector digamos “débil” de la rehabilitación formado por pequeñas
empresas y autónomos al frente de cuadrillas que, al menos hasta ahora, han
constituido la base de la rehabilitación difusa. Estas empresas actúan muchas
veces en el terreno de la semilegalidad (por ejemplo el jefe de cuadrilla tiene
sus papeles en regla pero alguno de su empleados puede que no) y realiza sus intervenciones
generalmente sin proyecto y sin ayudas y a veces con licencias inadecuadas para
el alcance de la obra, como el acto comunicado, siendo una rareza la apertura
de centro de trabajo.
De todo este marco, groseramente descrito, se derivan en mi opinión una
serie de necesidades para el buen fin de estas ayudas:
a) Ante todo parece necesaria la creación de una oficina
local patrocinada por la administración, una Oficina de Rehabilitación, quizás en colaboración con la Comunidad,
que profundice en el análisis de la
zona, y se convierta en un agente proactivo en la rehabilitación de las distintas
áreas acotadas en el distrito.
b) Parece importante enfrentarse a la actualización del tejido de pequeña empresa
constructora que actúa en el barrio,
favoreciendo, al igual que se plantea con la eficiencia energética un “salto de
Nivel” que permita el desarrollo de esa tipología empresarial que Daniel Morcillo
consideraba “ideal” para enfrentarse a la rehabilitación.
c) Y tercero, la información (y difusión) por parte de la
Junta de distrito es claramente mejorable, en cantidad y calidad y debiera
apoyar el esfuerzo de las asociaciones de la zona por difundir este plan entre
los vecinos.
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