domingo, 22 de mayo de 2016

Rehabilitación en Tetuán

22 de mayo de 2016
Francisco López Groh

El día 9 de Mayo, la Asociación Vecinal Cuatro Caminos Tetuán organizó una presentación del Plan MAD-RE  de ayudas municipales a la Rehabilitación de Viviendas con especial impacto en el distrito las Áreas Preferentes de Impulso a la Regeneración Urbana (APIRU, en el caso de Tetuán las áreas de Bellas Vistas, Berruguete, Valdeacederas y Ventilla) en las que la subvención a distintas partidas es notablemente superior al conjunto de la ciudad. (http://avccaminostetuan.blogspot.com.es/2016/05/plan-madrid-recupera-ayudas-municipales.html)
 
La presentación consistió en una síntesis del Plan por parte de Antonio Ortiz y contó con la participación del arquitecto Daniel Morcillo que comentó algunos aspectos del plan, contestó a preguntas de los asistentes y realizó también algunas recomendaciones prácticas a los vecinos. Algunas de las reflexiones que siguen son fruto de este debate.
 
En primer lugar cabe destacar que la iniciativa municipal tiene la virtud de enfocar la intervención en las aéreas más frágiles desde el punto de vista socioeconómico y de vivienda, seleccionadas a partir de una serie de umbrales de envejecimiento, población sin estudios, paro, y edad y valor catastral de las viviendas.
 
Sin embargo, me gustaría hacer algunas observaciones respecto al programa:

a)    En primer lugar dado que la población es frágil desde el punto de vista socioeconómico (edad, formación, renta) lo es también en su capacidad de gestión de procesos que requieren una cierta iniciativa y capacidad de gestión por parte de las comunidades de vecinos. Una población envejecida, con elevadas tasas de emigración, paro y bajos estudios (por sintetizar) requiere un sobresfuerzo de gestión por parte de la administración local para canalizar las demandas y llevarlas a buen término. En otro caso serán las comunidades de mejor nivel de formación y renta las que se beneficien de las ayudas.
b)    Por otra parte, hay un problema con el blanco al que se dirige a rehabilitación. Parecen objetivos loables la eficiencia energética y la mejora de la accesibilidad, pero ¿qué ocurre con las viviendas infraestándar? Un proyecto de rehabilitación integrada debiera tener en consideración –y actuar- sobre las viviendas inadecuadas por sus condiciones físicas: viviendas de muy reducida dimensión en corrales de parcela, o en crujías de fondo con escasa iluminación y ventilación naturales, en semisótanos, etc. En otro caso se corre el riesgo de aislar eficientemente auténticas covachas. Es un buen método de aproximación la utilización de indicadores para acotar zonas en las que se concentran problemas de fragilidad, pero una vez hecho esto se requeriría profundizar en el análisis de las condiciones reales de vivienda de las áreas delimitadas. Y plantearse que cuando las citadas condiciones de infravivienda horizontal y vertical se producen, sólo la intervención directa del agente público puede solucionar los problemas de gestión planteados.
c)     Tampoco parece razonable que la partida más compleja y con mayor esfuerzo económico para algunas comunidades, como las obras de saneamiento, cimentación y estructura, tengan una menor subvención, especialmente en el límite máximo de la misma.
d)    Hay además un problema con el tejido empresarial rehabilitador en el distrito. Con razonables argumentos, Daniel Morcillo advirtió contra ciertas prácticas (por ejemplo los “paquetes unitarios” en que las empresas ofrecen “gratis” ciertos servicios –ha sido muchas veces el caso de las ITE, degradadas en su objetivo) y describió de alguna manera la “empresa ideal” de la rehabilitación: una empresa media, preparada técnicamente y con prácticas de contratación laboral dentro de la ley. Sin embargo en estos barrios existe ahora mismo un sector digamos “débil” de la rehabilitación formado por pequeñas empresas y autónomos al frente de cuadrillas que, al menos hasta ahora, han constituido la base de la rehabilitación difusa. Estas empresas actúan muchas veces en el terreno de la semilegalidad (por ejemplo el jefe de cuadrilla tiene sus papeles en regla pero alguno de su empleados puede que no) y realiza sus intervenciones generalmente sin proyecto y sin ayudas y a veces con licencias inadecuadas para el alcance de la obra, como el acto comunicado, siendo una rareza la apertura de centro de trabajo.
De todo este marco, groseramente descrito, se derivan en mi opinión una serie de necesidades para el buen fin de estas ayudas:
a)    Ante todo parece necesaria la creación de una oficina local patrocinada por la administración, una Oficina de Rehabilitación, quizás en colaboración con la Comunidad,  que profundice en el análisis de la zona, y se convierta en un agente proactivo en la rehabilitación de las distintas áreas acotadas en el distrito.
b)    Parece importante enfrentarse a la actualización del tejido de pequeña empresa constructora que actúa en el barrio, favoreciendo, al igual que se plantea con la eficiencia energética un “salto de Nivel” que permita el desarrollo de esa tipología empresarial que Daniel Morcillo consideraba “ideal” para enfrentarse a la rehabilitación.
c)     Y tercero, la información (y difusión) por parte de la Junta de distrito es claramente mejorable, en cantidad y calidad y debiera apoyar el esfuerzo de las asociaciones de la zona por difundir este plan entre los vecinos.

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