lunes, 2 de enero de 2017

Terror y miseria en el primer franquismo, José Sanchis Sinisterra

 
El título de esta obra remite a las preocupaciones ideológicas y sociales de un tiempo preciso: el primer franquismo. A la vez muestra la admiración de Sinisterra por Brecht, parafraseando la conocida obra del dramaturgo alemán Terror y miseria en el Tercer Reich. La expresión “primer franquismo” designa además un periodo histórico que comienza en 1939, triunfo del golpe militar encabezado por el general Franco y termina en 1953, año en que Estados Unidos y España firman un acuerdo económico gracias al cual Estados Unidos podía instalar bases americanas en territorio español.
Todas las piezas que conforman Terror y miseria en el primer franquismo quedan enmarcadas en esos años. Sinisterra cuenta la vida cotidiana de aquellos que sobrevivieron a las inmediatas consecuencias de la Guerra Civil: pérdidas de vidas, el exilio, el hundimiento del poder adquisitivo, el hambre, la cárcel, la depuración de los maestros nacionales, racionamiento de alimentos, mercado negro, corrupción…, y recuerda también a los que apoyaban el régimen.
Nueve piezas que a través del dolor, el miedo, la amargura y la tristeza, no exentos de humor en ocasiones, constituyen nuestra memoria histórica y forman parte de nuestra biografía emocional.

Primavera 39
Lía, Madó y Bailarina

(Lugar indefinido lleno de objetos y materiales residuales. Una mujer, MADÓ, vestida con una indescriptible mezcla de prendas, busca ansiosamente entre los desechos. De vez en cuando se detiene, escucha atentamente y continúa buscando. Entra otra mujer, LÍA, arrastrando un pesado baúl. Viste una bata gris muy desgarrada y va cubierta de vendajes y parches.)
 

 El sudario de tiza
Profesor
 
(Sobre una tarima, mesa pesada y oscura. Tras ella, una gran pizarra en la que hay escrita con tiza la palabra “ROJO”. De la misma pared, a ambos lados, cuelgan un retrato juvenil de Franco y otro de José Antonio. Al centro, sobre la pizarra, un crucifijo.
Luz matinal.
Entra por un lateral el PROFESOR –edad indefinida- con una gruesa carpeta. Viste de oscuro y lleva gafas. Visiblemente preocupado, indica con un gesto al público –los alumnos- que se siente. Va a la mesa y deposita en ella la cartera, de la que empieza a sacar libros y papeles, pero se interrumpe. Mira perplejo al público.)

 
Plato único
Cosme, Jenaro y Benigna
 
(Trastienda de un taller de electricidad. Una puerta comunica con el negocio. Suena desde la calle música de organillo. Anochece. Un muchacho escuálido está pintando concienzudamente un rótulo de madera, del que sólo vemos la parte posterior. Unta el pincel en un bote, mira y remira su obra. Retoca algo.
Entra un hombre rollizo y cincuentón, cargado con un rollo de cable eléctrico. Cojea ostensiblemente de la pierna derecha.)
 
 
El anillo
Marga y Carmina
 
(Dormitorio elegante y casi lujoso. Es de noche. Entran MARGA y CARMINA, ambas de unos treinta años, vestidas de “soirée”.)
 
 Filas prietas
Jaime, Antonio, Remedios, Celia, Berta, Pilar, Damián, Eloy, Martín y El hombre
 
(Interior de lo que parece ser un amplio almacén abandonado en medio del campo. Formas y volúmenes irreconocibles se insinúan bajo la escasa luz que llega del exterior, en donde llueve intensamente. Pequeña puerta en un lateral de primer término. Densa penumbra al fondo. Se acercan voces juveniles: -¡Por aquí! -¡No resbaléis! -¡Esperadme! –¡Daos Prisa! -¡No me empujes! –Aquí hay una puerta. –Está cerrada. –No, mira: se puede abrir. Por favor, deprisa, que estoy empapada. -¿Y cómo estamos los demás? -¿Qué pasa? -¡Ya casi está! –Ayúdame… La puerta se abre violentamente y entra en tropel un grupo de chicos y chicas de entre quince y veinte años, ellos en uniforme del Frente de Juventudes. La lluvia los ha empapado, pero están divertidos y excitados.)
 
Intimidad
Teresa y Nati
 
(Una celda estrecha. Diez mujeres duermen en el suelo, sobre sendos jergones. Una de ellas, TERESA, tiene el sueño inquieto: se revuelve y murmura palabras ininteligibles. Un movimiento brusco le hace golpear un cacharro de lata. Al sonido se despierta otra, NATI. Se incorpora y mira un rato a su compañera. Se despereza. Está entumecida y tiene frío. Va a acostarse de nuevo, pero cambia de opinión y se pone en pie. No hace nada más que balancearse levemente, con los brazos en torno al cuerpo, mirando la pared con expresión vacía. Bruscamente, TERESA se incorpora y queda sentada en el jergón, todavía agitada por la pesadilla. Tarde en reconocer la situación en que está. Sin mirar a NATI, pregunta:)
 
Dos exilios
Jorge y Leandro
 
(El espacio escénico está dividido en dos espacios dramáticos contiguos, pero bien diferenciados en aspecto y atmósfera. Uno representa la cocina de una casa mexicana de estilo colonial; ambiente diurno, polícromo y luminoso. El otro, en su semi-penumbra, sugiere un gabinete p despacho de trabajo más bien modesto, atestado de libros y papeles, en una vivienda española de clase media. En el primero, un hombre de unos cuarenta años –JORGE-, en ropa veraniega, está preparando una comida con relativa pericia. El otro espacio, por el momento, permanece vacío.)
 
El topo
Miguel y Julia
 
(Pequeño cuarto de una casa campesina. Escasos muebles. Entre ellos, un arcón. Desorden. Es de noche. Un hombre se está vistiendo. Escucha inquieto. Cuando va a ponerse los zapatos, le inmoviliza el sonido de una puerta que se abre y luego se cierra. Pasos. Tiene un reflejo de huida, que interrumpe.)
 
 Atajo
Don Abundio y Don Bolonio
 
 



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