El título de esta obra remite a las
preocupaciones ideológicas y sociales de un tiempo preciso: el primer
franquismo. A la vez muestra la admiración de Sinisterra por Brecht,
parafraseando la conocida obra del dramaturgo alemán Terror y miseria en el
Tercer Reich. La expresión “primer franquismo” designa además un periodo
histórico que comienza en 1939, triunfo del golpe militar encabezado por el
general Franco y termina en 1953, año en que Estados Unidos y España firman un
acuerdo económico gracias al cual Estados Unidos podía instalar bases
americanas en territorio español.
Todas las piezas que conforman Terror y
miseria en el primer franquismo quedan enmarcadas en esos años. Sinisterra
cuenta la vida cotidiana de aquellos que sobrevivieron a las inmediatas consecuencias
de la Guerra Civil: pérdidas de vidas, el exilio, el hundimiento del poder
adquisitivo, el hambre, la cárcel, la depuración de los maestros nacionales,
racionamiento de alimentos, mercado negro, corrupción…, y recuerda también a
los que apoyaban el régimen.
Nueve piezas que a través del dolor, el
miedo, la amargura y la tristeza, no exentos de humor en ocasiones, constituyen
nuestra memoria histórica y forman parte de nuestra biografía emocional.
Primavera 39
Lía, Madó y
Bailarina
(Lugar
indefinido lleno de objetos y materiales residuales. Una mujer, MADÓ, vestida con una indescriptible mezcla de
prendas, busca ansiosamente entre los desechos. De vez en cuando se detiene,
escucha atentamente y continúa buscando. Entra otra mujer, LÍA, arrastrando un pesado baúl. Viste una bata
gris muy desgarrada y va cubierta de vendajes y parches.)
Profesor
(Sobre una
tarima, mesa pesada y oscura. Tras ella, una gran pizarra en la que hay escrita
con tiza la palabra “ROJO”.
De la misma pared, a ambos lados, cuelgan un retrato juvenil de Franco y otro
de José Antonio. Al centro, sobre la
pizarra, un crucifijo.
Luz matinal.
Entra por un
lateral el PROFESOR –edad indefinida- con una gruesa carpeta. Viste de oscuro y
lleva gafas. Visiblemente preocupado, indica con un gesto al público –los
alumnos- que se siente. Va a la mesa y deposita en ella la cartera, de la que
empieza a sacar libros y papeles, pero se interrumpe. Mira perplejo al
público.)
Plato único
Cosme, Jenaro y
Benigna
(Trastienda de
un taller de electricidad. Una puerta comunica con el negocio. Suena desde la
calle música de organillo. Anochece. Un muchacho escuálido está pintando
concienzudamente un rótulo de madera, del que sólo vemos la parte posterior.
Unta el pincel en un bote, mira y remira su obra. Retoca algo.
Entra un hombre rollizo y cincuentón, cargado con un rollo de cable eléctrico.
Cojea ostensiblemente de la pierna derecha.)
El anillo
Marga y Carmina
(Dormitorio
elegante y casi lujoso. Es de noche. Entran MARGA y CARMINA, ambas de unos
treinta años, vestidas de “soirée”.)
Jaime, Antonio,
Remedios, Celia, Berta, Pilar, Damián, Eloy, Martín y El hombre
(Interior
de lo que parece ser un amplio almacén abandonado en medio del campo. Formas y
volúmenes irreconocibles se insinúan bajo la escasa luz que llega del exterior,
en donde llueve intensamente. Pequeña puerta en un lateral de primer término.
Densa penumbra al fondo. Se acercan voces juveniles: -¡Por aquí! -¡No
resbaléis! -¡Esperadme! –¡Daos Prisa! -¡No me empujes! –Aquí hay una puerta.
–Está cerrada. –No, mira: se puede abrir. Por favor, deprisa, que estoy
empapada. -¿Y cómo estamos los demás? -¿Qué pasa? -¡Ya casi está! –Ayúdame… La puerta se abre violentamente y entra en
tropel un grupo de chicos y chicas de entre quince y veinte años, ellos en
uniforme del Frente de Juventudes.
La lluvia los ha empapado, pero están divertidos y excitados.)
Intimidad
Teresa y Nati
(Una
celda estrecha. Diez mujeres duermen en el suelo, sobre sendos jergones. Una de
ellas, TERESA, tiene el sueño
inquieto: se revuelve y murmura palabras ininteligibles. Un movimiento brusco
le hace golpear un cacharro de lata. Al sonido se despierta otra, NATI. Se incorpora y mira un rato a su compañera.
Se despereza. Está entumecida y tiene frío. Va a acostarse de nuevo, pero
cambia de opinión y se pone en pie. No hace nada más que balancearse levemente,
con los brazos en torno al cuerpo, mirando la pared con expresión vacía.
Bruscamente, TERESA se incorpora y
queda sentada en el jergón, todavía agitada por la pesadilla. Tarde en
reconocer la situación en que está. Sin mirar a NATI, pregunta:)
Dos exilios
Jorge y Leandro
(El espacio
escénico está dividido en dos espacios dramáticos contiguos, pero bien diferenciados
en aspecto y atmósfera. Uno representa la cocina de una casa mexicana de estilo
colonial; ambiente diurno, polícromo y luminoso. El otro, en su semi-penumbra,
sugiere un gabinete p despacho de trabajo más bien modesto, atestado de libros
y papeles, en una vivienda española de clase media. En el primero, un hombre de
unos cuarenta años –JORGE-, en ropa veraniega, está preparando una
comida con relativa pericia. El otro espacio, por el momento, permanece vacío.)
El topo
Miguel y Julia
(Pequeño cuarto
de una casa campesina. Escasos muebles. Entre ellos, un arcón. Desorden. Es de
noche. Un hombre se está vistiendo. Escucha inquieto. Cuando va a ponerse los
zapatos, le inmoviliza el sonido de una puerta que se abre y luego se cierra.
Pasos. Tiene un reflejo de huida, que interrumpe.)
Don Abundio y
Don Bolonio
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