En primer lugar, gracias a la Asociación Vecinal Solidaridad Cuatro Caminos-Tetuán por abrirme este espacio al barrio.
Gracias, también, a todas las personas que leais este Rincón y estaría encantada de que hubiera sugerencias, dentro de mis posibilidades, claro.
El artículo que os envío este mes es peculiar. Pertenece a una médica excepcional, médica y política (ya quisiera yo parecerme a ella).
En lo que sí me identifico con ella es en una concepción de la salud que va más allá del ejercicio profesional ( a veces mi profesión es causa de problemas) y en donde otros factores por desgracia olvidados como la solidaridad, la empatía, las condiciones de vida, las emociones,etc. son mas importantes que las propias medicinas.
Saludos
Sanatorio de optimismo
La Dra. Salud Alegre nos cuenta cómo es este sanatorio, su
luz y el personal. Primero el Médico Director, llamado Buen Humor, del que
nadie conocía su edad pues vivía desde que se inició el mundo, se reía por la
boca de los volcanes, pertenecía a las leyendas geológicas, cabalgaba a lomos
delos reptiles gigantes de la Era Secundaria… era un sabio que, dada su
sabiduría, atendía a todo con serenidad y fértil imaginación.
Sus auxiliares eran Buen Apetito, Sueño Feliz, Amor Humano y Guasa Viva. Las enfermeras representaban: la Fantasía, extensa y ágil; la Ilusión, eterna, inagotable de intimidad y la Risa, imprescindibles para todos y mas en aquellos momentos en que el microbio de la reflexión desataba mortales epidemias.
Durante el recorrido extraña encontrar una reja. La Dra. Salud Alegre aclara la situación. La prisionera llegó un día al sanatorio y prometió ayudarles en su labor de sanar a los pacientes: “Pondría luz en los cerebros y brío en los corazones”. Se confiaron y a punto estuvo de acabar con todo. No sólo intentó con sus teorías envenenar a médicos y enfermeras, sino que quería poner sombra en las galerías donde reinaba el sol y el aire. Lo mas peligroso es que intentó volverles serios y reflexivos entre otros desmanes y tuvieron que atarla y encerrarla. Y es que se trataba nada menos que de La Razón.
La Dra. explica que no tienen quirófano ni cámaras de aislamiento, nada de eso necesitaban. Les bastaba con la galería: amplia, larga, dispuesta para recibir el sol y las estrellas; allí exploraban la vida y curaban a sus enfermos descubriéndoles la felicidad y la esperanza, con grandes dosis de solidaridad. Desde la ventana muestra la larga cola de pacientes que sufren mientras aguardan los procedimientos más eficaces y modernos de la terapéutica. Y los va enumerando: el celoso, el suspicaz, el que todo lo ve negro, el pesimista, el desconfiado, el agresivo, el razonador, el egoísta, el que todo lo mide, lo reflexiona y lo comprueba, el que vacila, el tímido, el rencoroso. Y ordena a su gente:”Despertad los frascos de nuestras vitrinas y que el aire vibre de alegría”. El Médico Director baila y canta. El corazón de la Dra. Salud Alegre funciona a alta presión, mientras invita a sus pacientes: “Entren los que sufren. La razón yace arrinconada y nosotras podemos derrochar nuestros tesoros de felicidad. He aquí la Humanidad triste. Empecemos”.
Este bello relato es de la Dra. Amparo Poch y Gascón (Zaragoza 1902-Toulouse 1968), médica, anarquista y responsable de la Consejería de Asistencia Social del Mº de Sanidad de la II República, siendo la ministra Federica Montseny.
Fue co-fundadora de la revista “Mujeres libres” en donde fueron apareciendo estos relatos.
La salud como un ejercicio de solidaridad y empatía, además de buenas técnicas, sigue siendo una necesidad hoy al igual que en 1936. La pobreza alimentaria, energética, la falta de un hogar con las necesidades cubiertas y donde crecer con alegría y buen trato es hoy también un objetivo de salud prioritario.
Sus auxiliares eran Buen Apetito, Sueño Feliz, Amor Humano y Guasa Viva. Las enfermeras representaban: la Fantasía, extensa y ágil; la Ilusión, eterna, inagotable de intimidad y la Risa, imprescindibles para todos y mas en aquellos momentos en que el microbio de la reflexión desataba mortales epidemias.
Durante el recorrido extraña encontrar una reja. La Dra. Salud Alegre aclara la situación. La prisionera llegó un día al sanatorio y prometió ayudarles en su labor de sanar a los pacientes: “Pondría luz en los cerebros y brío en los corazones”. Se confiaron y a punto estuvo de acabar con todo. No sólo intentó con sus teorías envenenar a médicos y enfermeras, sino que quería poner sombra en las galerías donde reinaba el sol y el aire. Lo mas peligroso es que intentó volverles serios y reflexivos entre otros desmanes y tuvieron que atarla y encerrarla. Y es que se trataba nada menos que de La Razón.
La Dra. explica que no tienen quirófano ni cámaras de aislamiento, nada de eso necesitaban. Les bastaba con la galería: amplia, larga, dispuesta para recibir el sol y las estrellas; allí exploraban la vida y curaban a sus enfermos descubriéndoles la felicidad y la esperanza, con grandes dosis de solidaridad. Desde la ventana muestra la larga cola de pacientes que sufren mientras aguardan los procedimientos más eficaces y modernos de la terapéutica. Y los va enumerando: el celoso, el suspicaz, el que todo lo ve negro, el pesimista, el desconfiado, el agresivo, el razonador, el egoísta, el que todo lo mide, lo reflexiona y lo comprueba, el que vacila, el tímido, el rencoroso. Y ordena a su gente:”Despertad los frascos de nuestras vitrinas y que el aire vibre de alegría”. El Médico Director baila y canta. El corazón de la Dra. Salud Alegre funciona a alta presión, mientras invita a sus pacientes: “Entren los que sufren. La razón yace arrinconada y nosotras podemos derrochar nuestros tesoros de felicidad. He aquí la Humanidad triste. Empecemos”.
Este bello relato es de la Dra. Amparo Poch y Gascón (Zaragoza 1902-Toulouse 1968), médica, anarquista y responsable de la Consejería de Asistencia Social del Mº de Sanidad de la II República, siendo la ministra Federica Montseny.
Fue co-fundadora de la revista “Mujeres libres” en donde fueron apareciendo estos relatos.
La salud como un ejercicio de solidaridad y empatía, además de buenas técnicas, sigue siendo una necesidad hoy al igual que en 1936. La pobreza alimentaria, energética, la falta de un hogar con las necesidades cubiertas y donde crecer con alegría y buen trato es hoy también un objetivo de salud prioritario.
“Empecemos, continuemos”
África
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