viernes, 28 de septiembre de 2018

Es una plaga

Jorge Moruno
Sociólogo y escritor


La crisis ha cambiado el paisaje de nuestras ciudades. Al mismo tiempo que se anunciaban los recortes en la sanidad, también se anunciaban en las calles y las televisiones las empresas de sanidad privada; recortes públicos que acaban aumentando la facturación privada.
Con las casas de apuestas ocurre algo similar; al igual que los hongos del bosque nacen de la putrefacción de las hojas, las casas de apuestas brotan y viven de la putrefacción de la sociedad en crisis: la precariedad, la soledad, la falta de horizontes o la resignación, son los síntomas de una sociedad que se empobrece. La degradación anida tras esas puertas como si no hubiera sentido del tiempo; para que nadie de afuera lo vea y para que nadie de adentro vea lo que hay afuera. Mientras los locales se extienden como una plaga por nuestras calles formando un paisaje desértico, oscuro y frío que echa sal en la tierra, la ludopatía se ha disparado haciendo mella especialmente entre los jóvenes de barrios populares golpeados por la crisis.

Sin embargo, la patronal de las casas de apuestas pide respeto a su sector y levanta la bandera de la libertad. El responsable del juego para la Comunidad de Madrid, gobernada por el Partido Popular con apoyo de Ciudadanos, apuesta por lo mismo, incluso va a más, porque querría incorporar al sector también en los bares. Gracias al anterior Ministro de Hacienda, el señor Montoro, las casas de apuestas online disfrutan de una fiscalidad privilegiada, algo que la patronal del juego interpreta como “un guiño al sector.” La patronal del sector acusa a Podemos Madrid de haberse olvidado de la libertad, pero cabe preguntarse siempre  ¿libertad para quién? Del mismo modo que los patrones del siglo XIX gritaban “libertad del trabajo” para justificar que podían emplear a niños, hoy exigen libertad para lucrarse de la desesperación y la precariedad. Nada cuya existencia nazca de la ausencia de libertad puede ser libre; como nos recuerda Saint Just, no hay libertad para los enemigos de la libertad.
Para paliar los efectos hay que atender a sus causas. Su nicho de mercado y los trabajos que crean existen gracias a la precariedad; trabajos igualmente precarios y de baja productividad. Por lo tanto, cuanto más se eleve el suelo de calidad de vida de la sociedad, cuanto más se apueste por un cambio de modelo productivo y más se reduzca la desigualdad, menos perspectiva de negocio tendrán. Paralelamente, podemos empezar por prohibir su publicidad, por subirles los impuestos y por establecer con las casas de apuestas el mismo criterio que recomienda la Organización Mundial de la Salud para las franquicias de comida rápida: desincentivos económicos y políticas de zonificación para controlar el número de establecimientos, fomentando otro tipo de comercio. Se acabó el juego.
Fuente: Público

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