- La calle de Bravo Murillo vertebra el distrito, de 150.000 habitantes y orígenes humildes
- La rica parte este contrasta con el trazado a veces abandonado de sus zonas más antiguas
- FOTOGALERÍA De Cuatro Caminos a plaza de Castilla
Los rascacielos del complejo financiero de Azca y las modestas casas de una
altura y apariencia rural que se asoman en las aceras de Marqués de Viana tienen
algo en común: pertenecen al mismo distrito, Tetuán.
Vecino de la Castellana, es una zona compleja que cuenta con una importante
presencia extranjera y alberga realidades dispares: las chabolas del paseo de la Dirección, los imponentes edificios de Capitán
Haya, las señoras sentadas a la puerta de sus casas en el barrio de
Valdeacederas, como si fuera un pueblo. Entre medias serpentea la calle de Bravo
Murillo, hilo que une las costuras del distrito, con diferencias a veces
insalvables. Muchos de sus 150.000 vecinos pronuncian a menudo la misma frase:
"Hay dos Tetuanes: a la izquierda de Bravo Murillo está la parte pobre y a la
derecha, la rica".
Tetuán se extiende a lo largo de 540 hectáreas al noroeste de Madrid, divididas en seis barrios: Bellas Vistas, Berruguete,
Valdeacederas, Almenara, Castillejos y Cuatro Caminos. Desde hace unos meses, en
las paredes medianeras de esa parte "mala" lucen murales de artistas urbanos de la zona. Y tras el
colegio Juan Ramón Jiménez, los tomates crecen en un huerto
urbano, que antes era uno más de los numerosos solares vacíos y abandonados
del distrito que se usan como aparcamiento o para almacenar escombros.
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Ambas iniciativas son parte de Paisaje Tetuán, un proyecto del Ayuntamiento de Madrid e
Intermediae, el laboratorio de ideas de Matadero. El mes pasado arrancó la
segunda fase del plan, que buscaba embellecer los barrios con intervenciones
artísticas y ahora pretende que los vecinos las hagan suyas. "Queríamos generar
espacios que pudieran tener una vinculación con la comunidad, que pudieran ser
apropiados por los vecinos y que tuvieran una continuidad. Sobre todo en un
distrito como este, en el que las plazas y los lugares de reunión son mínimos",
explica Claudia González, de la
asociación cultural Moenia, encargada de coordinar el proyecto.
Ella lleva viviendo siete años en Tetuán, donde cristalizan tres perfiles:
los vecinos de toda la vida de este distrito de orígenes obreros; los
inmigrantes, que son 26.000 y representan el 17% de sus habitantes (el tercer
distrito de Madrid en población extranjera); y una oleada de gente joven que en
los últimos años está llegando a Tetuán, atraída porque es una zona cercana al
centro (a apenas 15 minutos en metro), pero con precios más baratos. Antonio
Ortiz, historiador y vicepresidente de la Asociación de Vecinos de Cuatro Caminos-Tetuán, niega que esté
sufriendo un proceso de gentrificación similar al que han vivido, por
ejemplo, Chueca o Triball. “Sí hay una tensión”, admite, “Tetuán se ha
revalorizado por su posición, pero es una zona con un problema de infravivienda
y hacinamiento, sobre todo entre los inmigrantes”.
Tensión y contrastes. Antonio Ortiz también repite esa frase de que Bravo
Murillo traza la línea divisoria entre la parte buena y la mala de Tetuán. En
los casi tres kilómetros que separan sus dos extremos —la glorieta de Cuatro
Caminos y la plaza de Castilla—, la avenida es un constante ir y venir. De
coches, de vecinos. Entran y salen de los numerosos comercios que abarrotan la
calle. Algunos, cerrados por la crisis. Ortiz recorrió en verano la calle y, de
sus 457 locales, contó 61 clausurados, el 13%. "Hay un problema serio de paro
que, además, en Tetuán está muy fraccionado". La media del distrito es del
13,76%, pero mientras los barrios del margen izquierdo rozan el 15% (y en
Almenara llega al 19%), en Castillejos y Cuatro Caminos es del 10%.
La frontera geográfica entre los dos Tetuanes no es, sin embargo, apreciable
a simple vista. El distrito va mudando de apariencia de forma gradual en sus
cuatro puntos cardinales. A la derecha de Bravo Murillo, hasta llegar al límite
con la Castellana, los bloques de edificios se van refinando, creciendo en
altura y dejando paso a las oficinas y restaurantes de renombre como Txistu; son
los barrios de Castillejos y Cuatro Caminos. A la izquierda, se extiende lo que
Miguel Díaz, arquitecto y vecino, llama “la ciudad no
planificada”. Callejuelas estrechas en un trazado sin aparente sentido, aceras
inexistentes, cuestas pronunciadas. "Es la zona histórica u orgánica, que ha ido
creciendo de forma espontánea". Al norte, la avenida de Asturias, creada en los
noventa para sustituir una barriada con viviendas de protección oficial, tiene
la apariencia impersonal de los PAU. "Y El Corte Inglés, abajo", insisten los
vecinos. "El de Nuevos Ministerios también es parte del distrito, que la gente
no lo sabe".
El signo distintivo de Tetuán son, para Miguel Díaz, las casitas de una o dos
alturas que sobreviven a los desalojos y demoliciones para después construir
bloques de viviendas. "Algunas tienen más de 100 años y merecen protección". Son
vestigio de los orígenes humildes del distrito, que nació a finales del siglo
XIX a partir de dos asentamientos: uno en Cuatro Caminos y otro a la altura del
metro de Estrecho, llamado Tetuán de las Victorias —que entonces era parte del
municipio de Chamartín de la Rosa—, donde se instalaron soldados victoriosos de
la Guerra de África, a la espera de hacer su entrada en Madrid. "Los obreros
llegaban del campo y construían entre una o dos familias su vivienda, que luego
dividían para vender la mitad y pagar así la construcción. Por eso, las casas
pequeñas, de 15 o 20 metros cuadrados, han sido muy típicas aquí", explica
Antonio Ortiz.
Tras la Guerra Civil, con la creación de la Castellana, surgió la división en
Tetuán. Algunos vecinos recuerdan todavía que todo aquel terreno en la zona
este, objeto a partir de entonces de un gran desarrollo urbanístico, eran
huertas. Antiguo barrio de oficios, en la parte vieja también abundan las
viviendas-taller, que en los últimos años se están reconvirtiendo en estudios de
fotografía, arquitectura… Es el caso del espacio de coworking Studio Banana, que abrió en 2008
en un bajo en la calle del Plátano, en una antigua imprenta. "Queríamos ser un
faro, un punto de referencia cultural", explica Susana Blázquez. "Cuando
empezamos, no había apenas oferta gratuita, pero se está creando un triángulo
muy interesante. Nosotros siempre hemos tenido las puertas abiertas para los
vecinos, que nos llaman ‘los chicos de abajo".
Siguiendo el trazado de Bravo Murillo hacia el sur, comienza a sonar música
de bachata y los comercios se ponen el apellido de "latino" o "caribeño". Es el
barrio de Bellas Vistas, al que llaman el pequeño Caribe por su elevada población
latinoamericana (el 22%), especialmente de la República Dominicana. En la plaza
del Poeta Leopoldo de Luis, junto a los versos del literato escritos en los
casetones de un aparcamiento subterráneo —otra de las intervenciones de Paisaje Tetuán—, una pintada
reza: "Los fascistas a patadas, ¡fuera de nuestros barrios!". Apareció en
verano, cuando jóvenes neonazis okuparon un local de oficinas abandonado en
la calle de Juan de Olías con el propósito de crear una casa de acogida solo
para españoles.
"Fue un hecho aislado, lo vivimos con preocupación, pero no es la realidad de
Tetuán, no hay confrontación permanente", asegura Iván Santos, colombiano que
lleva siete años viviendo en Tetuán. Es uno de los responsables de la asociación Aculco, para
inmigrantes latinoamericanos, y admite que en el último año sí ha notado ciertos
"problemas intergeneracionales" entre personas mayores y jóvenes
latinoamericanos.
La población extranjera de Tetuán descendió en 2013 un 9,7%. Antonio Ortiz apunta un motivo: "Hay un interés por echar a los inmigrantes para que algunas zonas vayan quedándose libres y poder especular. Pensamos que la casa okupa podría responder a esa tensión". Para Iván Santos, la multiculturalidad de Tetuán es comparable a la de Lavapiés: "Y el distrito nació también por la llegada de inmigrantes, aunque españoles". La bachata y los comercios latinos continúan en los últimos compases de Bravo Murillo, hasta que la vía desemboca en Cuatro Caminos y el entramado de callejuelas del Tetuán más histórico se transforma en la cuadrícula perfecta del vecino distrito de Chamberí.
La población extranjera de Tetuán descendió en 2013 un 9,7%. Antonio Ortiz apunta un motivo: "Hay un interés por echar a los inmigrantes para que algunas zonas vayan quedándose libres y poder especular. Pensamos que la casa okupa podría responder a esa tensión". Para Iván Santos, la multiculturalidad de Tetuán es comparable a la de Lavapiés: "Y el distrito nació también por la llegada de inmigrantes, aunque españoles". La bachata y los comercios latinos continúan en los últimos compases de Bravo Murillo, hasta que la vía desemboca en Cuatro Caminos y el entramado de callejuelas del Tetuán más histórico se transforma en la cuadrícula perfecta del vecino distrito de Chamberí.
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