El comercio de ropa para mayores Almacenes Gonar se despide tras 89 años en la calle de Bravo Murillo
CARLOS MORENO GINÉS
26 MAY 2018
“Mi madre siempre venía a comprar a esta tienda”, afirma Mercedes, vecina septuagenaria del distrito de Tetuán. Se trata del mismo comercio en el que, desde hace 34 años, ella compra toda la ropa que “no puedes encontrar en ningún otro lugar”: mandilones, fajas, medias. Muchos clientes lo consideran su “boutique”. Almacenes Gonar, tienda situada en el 156 de la calle de Bravo Murillo, ha llenado su escaparate de carteles de liquidación por cierre tras 89 años vendiendo ropa y complementos a los mayores, un negocio que ha mantenido ocupadas a tres generaciones de la familia González.
Susana González, actual gerente de Almacenes Gonar, junto a sus padres Rosa y Roberto, en el interior del comercio. ÁLVARO GARCÍA
“Cerramos porque no podemos competir con los nuevos modelos de venta”, apunta Susana González, gerente del establecimiento y nieta del fundador. La expansión de los centros comerciales y el auge de la venta online han sido, según ella, dos factores que han ido minando la viabilidad del negocio, junto con el progresivo fallecimiento de su clientela. Sin embargo, nada afectó tanto a sus ventas como la crisis de 2008, de la que no se han recuperado. “Nuestros clientes son principalmente jubilados del barrio, y ya se sabe que muchos de ellos han tenido que ayudar a sus hijos durante la crisis”, explica González.
Pese a todo, los dueños no quisieron renunciar una de sus señas de identidad, los productos procedentes de productores cien por cien españoles. “La calidad no tiene nada que ver con los productos asiáticos. Además, el tipo de ropa que vendemos aquí no lo encuentras en esos países”, explica González, y señala una bata azul de señora con un estampado de flores.
Lejos quedan los años en los que tíos y primos tenían que echar una mano en la tienda por la gran afluencia de clientes en la temporada navideña, o la época dorada del negocio en los ochenta, cuando llegaron a tener hasta cinco empleados contratados. El último de ellos, Pedro Alonso, abandonó el barco el pasado mes de febrero tras 13 años en Almacenes Gonar. “Si hubiera podido, me habría jubilado aquí”, asegura. Lo que más echará de menos es el trato con la clientela. “Son personas mayores de la zona, que suelen dar mucha conversación, y eso crea un ambiente muy familiar”, explica Alonso.
Casi 90 años de historia dan para que mucha gente haya pasado por la puerta de Almacenes Gonar, y no solo gente del barrio. El comercio despertó el interés de compañías de teatro y estudios de televisión para conseguir atrezo para sus obras. Cuéntame, Policías y El Comisario son algunas de las series que han lucido ropa y complementos de esta tienda. “Una vez se llevaron para Cuéntame un corsé descolorido del mostrador porque insistían en que, cuanto más estropeado, más de época parecía”, comenta González entre risas.
El año pasado, la familia resolvió cerrar la tienda tras años de pérdidas. No fue una decisión fácil para Susana, que en 2000 dejó su trabajo de oficinista en la Administración para perpetuar el negocio familiar. “La situación es insostenible, llevo milenios sin cobrar un sueldo”, lamenta. Sin embargo, a quien peor le sentó el golpe fue a su padre, Roberto González. “La tienda ha sido casi toda mi vida. Empecé ayudando a mi padre con 14 años y continué en ella cuando él se jubiló en 1972. Ha sido un disgusto muy grande”, explica.
Almacenes Gonar ha formado parte de la vida de mucha gente. Varios clientes habituales salieron de la tienda llorando tras conocer la noticia del cierre. “Hay gente que lleva 60 años comprando aquí”, justifica Susana. A partir del 2 de junio, deberán buscar en otro lugar.
LOS ORÍGENES DE ALMACENES GONAR
Almacenes Gonar se fundó en 1929 junto al convento y colegio Nuestra Señora de las Maravillas (donde ahora se encuentra el Mercado de Maravillas, en el 122 de la calle de Bravo Murillo). El 11 de mayo 1931, unos anticlericales prendieron fuego a la institución religiosa, incendio en el que la tienda de ropa se vio afectada. Al año siguiente, el comercio se instaló al 156 de la misma calle, en el local de una antigua taberna de la que aún conservan la caja registradora. Allí ha permanecido hasta su cierre.
Fuente: El País
No hay comentarios:
Publicar un comentario